La Quinta perdida de Álzaga de Barracas

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La famosa leyenda de Felicitas Guerrero, cuenta que su asesinato fue en manos de Enrique Ocampo, pretendido despechado. La historia oficial ubica el crimen en la quinta en la que vivía Felicitas, perteneciente a su ex marido, el fallecido Martín de Álzaga, miembro de una de las familias más tradicionales de Buenos Aires, en el barrio de Barracas.

La propiedad de la familia de Álzaga se desarrollaba sobre la famosa Calle Larga, actual Avenida Montes de Oca, el camino que llevaba al viejo Puente sobre el Riachuelo, hoy llamado Pueyrredón. Su edificio principal era un “casco de estancia” o casa quinta cuya fecha de construcción y autor aún ignoramos, pero parece de la década de 1870 -por su estilo arquitectónico.

Martín de Álzaga se había casado con Felicitas Guerrero en 1864, y había fallecido súbitamnte a los 56 años, de manera que la propiedad había quedado en manos de la familia de su viuda.

Entre 1872 y 1876, en homenaje a la tragedia de su propietaria, sus padres Carlos Guerrero y Felicitas Cueto encargaron al renombrado arquitecto Ernesto Bunge el templo de estilo ecléctico que hoy todos conocemos, la Iglesia de Santa Felicitas, levantada unos metros al este de su quinta familia.

Poco sabemos del devenir de la quinta Guerrero en las siguientes décadas, pero lo que es evidente es que sus propietarios “metieron mano”, ampliaron, pero sobre todo “refinaron” y dieron más categoría e imponencia a su propiedad suburbana, dándole una impronta de influencia Tudor que probablemente también haya sido autoría del arquitecto Bunge, aunque el dato aún no está confirmado.

En 1908, la Municipalidad de Buenos Aires habría comprado la manzana completa con su casa quinta, para instalar allí la Sub Intendencia Municipal de Barracas. Pero lo absurdo se da en 1937, cuando la propia intendencia decide demoler totalmente el edificio para abrir la Plaza Colombia e instalar en su centro un monumento.

¿Qué clase de justificación aceptable puede haber dado la Municipalidad para lo que hizo?
Nosotros no tomaríamos a bien ninguna, a menos que la vieja quinta se haya incendiado, inundado, derrumbado o algo fatal. De todas formas, dudamos que haya sido un evento tan fatal y sospechamos que la Municipalidad decidió ahorrarse mucho dinero de mantenimiento de un edificio bastante antiguo, y fueror por la fácil de contratar una cuadrilla de obreros y picarla abajo de pe a pa.

Ni un solo resto de la quinta Álzaga-Guerrero nos llegó al 2015, sólo su iglesia vecina, pero los vecinos de Barracas deben ignorar en un 80% que semejante mansión se levantaba en el centro de la plaza más céntrica, valiosa y cotizada del barrio. Claro que en su eje podría todavía existir este edificio tan rico en historia, que bien podría ser la sede del museo del Barracas, la junta vecinal o cualquier institución barrial de las que tanta falta nos hacen en el siglo XXI.